Es increíble que con un presupuesto de 70 millones de dólares, Anya Taylor-Joy y Miles Teller como duo protagonista, Trent Reznor y Atticus Ross, la pareja de moda tras su fantástico trabajo en » Challengers» ( Luca Guadagnino), componiendo la BSO y un director como Scott Derrickson, » The Gorge» no se haya estrenado en salas.

Esta es la realidad que vivimos actualmente. El poder de producción de las plataformas invade el circuito cinematográfico. Apple TV, como ya hizo con » Wolfs» donde estaremos todos de acuerdo en que Brad Pitt y George Clooney deberían ser un reclamo suficiente, han construido un film para la gran pantalla que sólo se verá a través de su suscripción.

Difícilmente explicable si nos invade la nostalgia pero claramente realista en pleno 2025. En esto ha derivado la industria. Un director de éxito que acepta un encargo, un casting potente y una increíble chequera para pagar a lo anterior y dar forma a una obra con todos los ingredientes para que su público sea masivo a pesar de lo acotado de la fórmula de visionado.

Atendiendo a lo meramente cinematográfico, » The Gorge» es una cinta inclasificable. Una combinación de géneros tan extraña como disfrutable. La primera mitad está a caballo entre el romance más puro y un bélico donde aún no se ha producido la acción. La segunda hora de metraje mezcla el fantástico y el thriller de acción con un survival en un mundo distopico.

Anya Taylor-Joy y Miles Teller nos regalan una historia de amor donde la distancia y los problemas para comunicarse son las bazas para configurar esta peculiar trama. Una pareja que, aunque sorprenda, transmiten muchísima química. Un amor shakespiriano que con la tensión propia del argumento, nos deja secuencias de alto voltaje emocional.

Dos paramilitares que deben custodiar ese inquietante lugar para que no suceda nada durante un año. 365 dias son muy largos. La soledad apremia y la mente juega malas pasadas. Desde las dos torres donde cada uno están aislados, deciden coquetear a través de la referencia clara a » Love Actually» con esos mensajes escritos hasta que nuestro Romeo, cruza el abismo para conocer a su Julieta.

Durante el tramo romántico, Derrickson, además, homenajea a sus actores. Vemos a Teller tocar la batería ( » Whiplash»), a Taylor-Joy jugar al ajedrez ( » Gambito de dama») o bailar desaforadamente (» Última noche en el Soho»). Para los amantes del metacine, es una maravilla porque es una constante. Incluso tenemos un momento de regocijo del cineasta donde utilizan una cámara de Súper 8 ( » Sinister»)

Y hasta aquí la parte más interesante del film. Porque cuando nos metemos en ese videojuego de caza de monstruos es donde todo se descarrila. Quizás sea, para una gran mayoria del público, el pasaje que más les enganche, pero es, sin duda, donde menos cine hay. Visualmente perfecta, con la enorme capacidad del director de crear una atmósfera pesadillesca y un ritmo endiablado. Sin embargo es sólo eso, un gran envoltorio sin alma.

Cuando todo coge cuerpo de monster movie se le ven las costuras a un guión donde se prescinde de continuar la parte de diálogo o más emocional, para dar cabida a una sucesion de imágenes a cada cual más vistosa aunque, como decía, es meterte dentro de un producto de usar y tirar donde la consigna es que no parpades.

Nuestro dúo protagonista dedica sus esfuerzos en exterminar a todas estas criaturas malignas deudoras de Minecraft, para acabar destapando una previsible trama de corrupción política y crítica social donde EEUU, una vez más, deja de lado a sus héroes.

Gustará a las nuevas generaciones que verán en ella una fantástica golosina para subir su nivel de azúcar cinefila y a aquellos ochenteros que son ávidos de cintas que lo transporten, en menor o mayor medida a su infancia, al resto, como os decía, sólo nos despertará agotamiento de pensar en lo que podía haber sido y de nuevo, no fue.


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