Destrozando el sueño americano.

Sean Baker ha vuelto a dignificar a toda la periferia norteamericana. Anora es, una vez más, una radiografía exacta de aquellos personajes que viven al margen de la gran urbe. Como ya hizo en » Starlet» (2012) y » Tangerine» (2015), el cineasta nos vuelve a regalar una historia sobre las trabajadoras sexuales desde un punto de vista diferente. Transgresor, humano y casi perfecto.

Sin la necesidad de utilizar los recursos edulcorados de otros films similares, el cineasta nos da su propia revisitacion del cuento de Cenicienta a través de una descomunal Mikey Madison. Una » Pretty Woman» desromantizada con la fuerza de la naturaleza que es la joven actriz. Madison se hace cargo de conseguir noquearnos todas nuestras emociones. La destreza del autor para elegir actores con enorme potencial pero alejados de los grandes focos, es otra seña de identidad que válida su cine de una forma única.

Anora es una fábula maravillosa sobre el amor entre clases sociales, la influencia del entorno y sobre todo, del deseo por salir de una vida cruel enamorándose. A partir del tour de force de nuestra protagonista, la cinta nos lleva a terrenos tan antagónicos como el humor ácido de los hermanos Cohen, la tensión in crescendo del cine de los Safdie o el drama romántico sin ataduras comerciales del tono Indie.

En términos de narrativa y ritmo, la película funciona como un tiro a pesar de sus 139 minutos. Porque la habilidad del director para las elipsis, la inclusión de escenas que, a priori, son incomodas pero adornadas con una capa de comicidad y por supuesto la libertad de improvisación a sus actores, dan como resultado que jamás desconectes. No hay grandes sorpresas ni en lo formal ni en lo conceptual, aunque en la puesta en escena es donde nuestra mente hace click y da la mano a la película.

Una de las grandisimas bazas del film es la conexión que hacemos con él a partir de la empatia que alcanzamos con sus protagonistas. La historia es real, es pura, es creíble, es sincera porque no nos llevan a caminos donde la trama no podamos comprarla. Y ahí, te introduces en la road movie urbana en la que acaba convirtiéndose, acompañando a la heronia de la función por una noche tan larga como el » After Hours» de Scorsese y tan divertida como » American Graffiti» de Lucas.

En definitiva, Anora es, en fondo la deconstruccion del sueño americano construido con unas formas actuales. La música, la fotografía y el vestuario tan contemporáneo es otra de las claves para que el conjunto funcione de forma brillante.

Esto es amor, amor de verdad. Con sus desilusiones, sus tragedias y sus promesas incumplidas. Larga vida a la forma de ver el mundo de Baker.


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